#ElDragDeMontblanc

 Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, un municipio de la provincia de Tarragona, llamado Montblanc, cada mes de abril, estaba asediado por uno de los dragones de Daenerys, de la casa Targaryen, que atraído por la cocina autóctona, había decidido no marcharse de allí sin antes haber degustado todos los platos típicos de la comarca. Manjares como: los espárragos de Valls, las alcachofas de Benissanet, el aceite de oliva de Siurana y, por supuesto, la imprescindible avellana de Reus.  

Cada mes de abril, se dedicaba a contaminar el agua de tan singular villa y dejar a sus habitantes confinados y aterrorizados mientras él comía sin parar, aunque esto no le dejara ni repleto ni satisfecho.

El rey de Capadocia había asumido que, durante este mes, su pueblo vivía sumido en el terror y que, una vez que este acabara con toda la gastronomía de la región, debía abastecerlo de todo lo que pudiese alimentarle para aplacar su ira.
Mantenía su reino bajo llave y los soldados vigilaban el portón de entrada día y noche. Lo reforzaban con puertas de hierro, rejas, trampas y hasta una pegatina de 'Securitas Direct' para ahuyentar a tan vil animal.

Esto no frenaba el turismo de riesgo. Cada año se desplazaban a la localidad miles de influencers de todo el país para hacer un tour en el que visitaban, los estragos del Dragón y, a veces, hasta podían verlo a lo lejos. Muchas personas arriesgaban más de la cuenta y no lo contaban, siendo presas del dragón por una fotografía y un maldito like en instragram
Fue a comienzos del siglo XII cuando el hashtag:  
#ElDragdeMontblanc fue trending topic.

Otros visitantes intentaban dar información del exterior a los que vivían en el interior del castillo sin agua y en condiciones de total inanición. Les lanzaban bocadillos, botellas de agua, fruta... hasta sujetadores vieron lanzar.

Como dato curioso, fue bajo la influencia de esta práctica anual, de donde partió la idea de Tele5 de crear el programa de televisión 'Gran hermano' y su particular localización en la sierra de Guadalix.

Cuenta la historia, que la princesa, harta de ver cómo su padre, el rey de Capadocia, no dejaba de llenar la pancha del dragón con: ovejas, corderos, y personal de la corte, ideó un plan de fuga que no tardó en hacer efectivo. A ella nadie le iba a robar el mes de abril.

Fue concretamente el 23 de abril, aprovechando las horas de sueño del dragón y de toda la corte, cuando escapó del castillo, rumbo al gimnasio, donde había quedado con otras princesas de los castillos vecinos de Tamarit y Santa Coloma de Queralt. No obstante, en el momento de entrar, vio a un joven apuesto, pero despistado, quien, subido a un rocín de crines trenzadas y vestido con un 'Valentino Pijama Shirt', parecía no comprender el peligro al que se exponía.. 

Ella le gritó con todas sus fuerzas para que se alejara del camino principal, pero él llevaba los cascos puestos y gesticulaba distraído. Pronto se percató de que iba haciendo un Tiktok y no podía oír sus advertencias.

Un soplo de humo que emanaba de la nariz del Dragón, quién se había despertado al olor de la fresca y aromática sangre azul, salió de entre los árboles y la princesa, alertada, se subió al patinete eléctrico en el que se había desplazado hasta las instalaciones del club deportivo y se interpuso entre el dragón y el bello tiktoker, a punto de ser devorado.

El dragón quedó impresionado por la valentía y la inteligencia de la princesa, que sujetaba en una mano un satisfayer amenazante y en la otra su CV en el que pudo leer que destacaba  por sus aptitudes en el desempeño de las negociaciones  y su máster en el lenguaje de signos.



Con la boca abierta le había dejado, cosa que aprovechó la princesa  para lanzar en aquella bocaza el aparato vibrador en marcha, causándole una muerte inmediata y una lluvia sangrada, que dejó al pueblo sumido en un rojo carmesí.

Fue en ese momento en el que el caballero paró en seco su rocín y se dio la vuelta vislumbrando a tan valiente mujer.
Él la miraba aturdido, y a ella no le importó estar desmaquillada, en chándal y con una coleta alta, despeinada e impregnada de sangre. Ella le sonrió valiente y desenfadada, y él le devolvió el gesto, mientras observaba cómo de la sangre del suelo florecía un rosal inmenso que acabó cubriendo todo alrededor suyo.

Él apartó una rosa roja del pelo de tan preciosa dama y la depositó en su mano. Ella le dio las gracias y le invitó a tomar un vino en la cantina más próxima mientras le decía:

—Gracias por la rosa, pero eres más tonto que hecho de encargo. Casi te mata el dragón y todo por ir mirando el móvil. Venga— añadió—, vamos a tomar un vino y relajarnos y luego pasemos por la librería de la plaza. No te irá mal leer un poco.



Mientras, Montblanc resurgía. El campo se inundó de rosas. Las rosas se repartieron en innumerables mesas a lo largo de toda la villa y a lo largo de toda Cataluña para que todos pudieran recibirla con una cierta organización.

 Fueron muchos los que escribieron relatos dedicados a todas las princesas guerreras del mundo y a todos los amantes; las historias se multiplicaron y junto a las rosas se le unió un sinfín de libros. El dulce aroma de las rosas se fundió con el olor terroso, vainilla, almendra o moho, de los libros. Y así nació este día tan especial.

Agradecemos que la historia real no haya sido confirmada por la princesa ni por el propio Jordi; ambos permanecieron incorruptibles y conservaron su historia en la intimidad sin conceder ninguna entrevista, y eso que 'Altres Media' les había ofrecido una ingente cantidad de dinero por la exclusiva.






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