Mamá ¿falta mucho para que llegue papá?
Ayer asistí a una formación en igualdad desde la empresa (organizada por mi empresa). La idea era sensibilizarnos, abrir debate, sembrar conciencia. Y, aunque salí con muchas preguntas, también me llevé algunas certezas. Spoiler: el patriarcado se resiste a abandonarnos del todo. ¡Gracias por preguntar!
Voy a comentarlo desde la unión de hombre-mujer, porque se hablaron de ''otros modelos de desigualdad'' pero esto ya lo retomaremos otro día.
Lo primero que se percibe (por los comentarios iniciales) es que cada persona habla desde su propia experiencia. Lo que vivimos marca lo que pensamos, lo que decimos, lo que opinamos. Es humano, sí, pero también limitado. Seguimos con una enorme falta de empatía. Seguimos siendo egoístas, incluso sin darnos cuenta. Nos limitamos a observar cómo nos afecta a nosotros lo que pasa a nuestro alrededor, sin pensar demasiado en los demás. Y desde ahí construimos nuestras ''verdades absolutas''.
Uno de los ejemplos que surgieron en el curso y que demuestra cómo ''la costumbre'' nos introduce en el bucle. Doy fe de él porque lo he vivido en mis carnes:
En los colegios, cuando un niño o niña enferma, el 85% de las llamadas van dirigidas a la madre. Sólo el 15% al padre. ¿Casualidad? ¿Costumbre? ¿Comodidad?. Y así sin más lo asumimos como si el teléfono tuviera un filtro de género incorporado.
Pensemos en un día cualquiera. Papá lleva al niño/a al cole a primera hora. Y (en la mayoría de los casos) hasta ahí llega su implicación diaria.
- ¡Hombre claro, voy al trabajo no me voy de juerga!
¡Nosotras también! pero...
... el resto del trabajo cae, como por inercia, en la mochila invisible de mamá: estar pendiente del teléfono por si nos llaman avisando de alguna incidencia o enfermedad, llevar a mediodía a los hijos a comer a casa, si hace falta, volver a llevarlos al cole; recogerlos a las 16:30, llevarlos a las extraescolares, un rato de parque, duchas, cenas.
Y tus hijos, van preguntando (hartos de vete el jeto):
''mamá ¿falta mucho para que llegue papá?''
Y claro, cuando ya ha pasado casi todo, aparece papá. Llega del trabajo, juega un rato con los niños porque ''no los ha visto en todo el día''. Y mientras tanto, mamá aún tiene que preparar la cena para ellos, pensar en la ropa del día siguiente, poner lavadora, pensar en la comida de mañana, revisar qué hay y qué falta en la casa y hay que comprar...todas estas cosas que tú te encuentras hechas en casa sin preguntarte ¿quién las hace? o ¿cómo ha llegado esto hasta aquí?...
y cuando llega papá, seguimos haciendo cosas en paralelo porque también se espera que estés fresca para tu pareja, por si quiere tema ( y digo ''quiere'' porque yo a estas horas lo único que quiero es caer desmayada a ser posible en una cama de 2m SOLA y despatarrada).
¿Y por qué pasa esto? Porque en algún momento se decidió que mamá se encargaría.
¿Y por qué se decidió? Porque papá gana más.
¿Y por qué papá gana más? Porque, en promedio, los hombres siguen ganando un 18% más que las mujeres.
Así se sostiene todo el sistema. Un sistema que perpetúa la desigualdad desde lo económico hasta lo emocional. Y no, no es justo. Nada es justo.
Pero si algo reconfirmé ayer es que el primer paso para cambiar algo es dejar de mirar sólo nuestro ombligo. Es atrevernos a mirar alrededor con otros ojos, a cuestionar lo que parece “normal”, a preguntarnos si realmente es lo mejor para todos. Porque mientras sigáis justificando las cosas con “yo no hago eso”, ''yo no soy así'', seguiremos atrapadAs en el mismo bucle.
La igualdad no va a llegar sola. Hay que incomodarse un poco. Hablar más, escuchar más, y sobre todo, hacer más.
Ahora que llega ''nuestro día'', el día de la madre, regala corresponsabilidad, porque el mejor homenaje es compartir la carga.
''No quiero que me pongas en tu lugar, sólo
que comprendas lo que pesa el mío''.


Comentarios
Publicar un comentario