Veinte minutos no son nada_8_Fin

 Ni se te ocurra pagar a ti—le dijo el ''espejo'' que tenía al otro lado de la barra—No se merece ni que estés aquí.

—Cóbrame—le dijo al camarero que la miraba atónito. —Sí, sí. Me niego a pasar un mal rato viendo como se hace el tonto para no pagar y quiero irme a casa ya.

Mientras permanecía sola, se entretuvo mirando a la gente que estaba a su alrededor. Parecían contentos. Charlaban, se reían. Algunos se besaban. Lo normal. Eso es lo normal, no las estúpidas citas que le tocaban a la pobre Sam.

Recordó un día en el que una ''amiga'' le dijo que cada uno atrae lo que se merece o lo que refleja... y negó con la cabeza. Ella no se podía merecer eso...

Al cabo de un rato, estaba tan cómoda sola que había perdido la noción del tiempo, el camarero se acercó a ella y le comentó:

—¿No hace ya 20 minutos que se ha ido el tipo que está contigo al lavabo?, a lo que Sam, cínicamente respondió:

—Pues ya está al caer, ¿no eran 20m los que tardaba en follar con su mujer? Pues debe estar acabando.

Ambos se rieron de manera cómplice...

Pero sí, hacía mucho tiempo que se había ido. 

De repente, lo ve venir de nuevo pero...no viene sólo. Sam se pone las gafas para no perderse la escena y ve que viene agarrado a un señor,  debe ser el maître del local, iba sujetándose las costillas con la mano izquierda, más encorvado de lo habitual y con cara de dolor.

—¿Para qué llevas teléfono?—le espeta al estar junto a ella.

—¿Qué ha pasado?—No pensé que fuese peligroso ir al lavabo, lo tenemos a 200 metros escasos.

—Me he quedado encerrado y he intentado abrir a la fuerza, golpeando la puerta para salir y me he hecho daño.

—Yo creo que se ha roto alguna costilla—añade el maître. No entiendo cómo se le ha ocurrido algo así, si encima la puerta se abría en sentido contrario.

Joan se levanta la camisa para mostrar los daños y no sólo tiene un morado increíble sino que se le nota un bulto tremendamente grande...

—Deberías irte al médico—comenta Sam.—Eso no tiene muy buena pita.

—Ya, pero el maître nos invita a cenar por las molestias y creo que podríamos aprovechar. Cenamos y voy al médico.— Suelta el accidentado.

El maître puso cara de ''sí, a eso me he visto obligado en este absurdo episodio'' y se marchó reiterando la invitación.

—¿Perdona?—dijo Sam. ¿Por aprovechar una cena gratis, eres capaz de estar aquí aguantando dolores?. Mira Joan, yo me marcho a casa. Yo no tendré todo el dinero en el banco que ''dices'' tener tú, pero yo ceno caliente todas las noches y no necesito aprovechar una fatalidad para que me den de comer gratis. Es una cutrez y yo no me tengo por cutre.

Tardó 20 segundos en ponerse el abrigo, coger el bolso y recomponerse.

—¡Me marcho!. Ya he tenido bastante por hoy— añadió, antes de poner rumbo a la calle.

—Espera, ¿no vas a acompañarme al Hospital?. ¿Vas a dejarme aquí cenando sólo y teniendo que irme luego a un Hospital?

—Sí, eso voy a hacer. También se hubiese salido de mis funciones, en caso de aceptar tu oferta de acompañarte a ver el fútbol en chándal y viajar. Llama a tu mujer y que ella te acompañe. Seguro que se planta aquí en 20 minutos. Se te hará una eternidad la espera, pero créeme: Veinte minutos, no son nada.


FIN



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