Mi cafetería favorita again 09/08/2023

Hoy he vuelto a mi cafetería favorita. Añoraba mi rutina y a las almas errantes que allí se nutren por las mañana expuestas a que yo las analice con mi radar versado.

Tras un saludo efusivo de la camarera a Tula, mi perrita y una sonrisilla para mí, me ha dictado ella mi desayuno para hacer alarde de su memoria y que yo me sintiese como en casa.

— Sí.—he dicho. Queriendo premiar su esfuerzo. La verdad es que me apetecía otra cosa, dicho sea de paso.

Me he sentado en la entrada porque mi sitio estaba ocupado, pero desde allí también tenía buena vista.

Tula se ha estirado sobre mis pies, sabedora de que llegaría el atún a mi mesa y que ella iría recibiendo algún pedacito ''de vez en cuando'.

Un joven apuesto estaba sentado en una mesa individual, mirando hacia mi mesa. Junto a él, otra mesita, también mirando en mi dirección, estaba ocupada por una señora de mediana edad, con flequillo trasquilado, pelo alborotado y no, las medias no eran de color.

Estaba inmersa en sus pensamientos, creo que sin reparar en su soniloquio engolado. El joven  le regalaba un chisteo de vez en cuando: —shhhhh; pero ella no reparaba.

Me sentía como la profesora y los dos pupitres de la primera fila, con los dos alumnos empollones  atentos a sus trabajos.

Me he fijado en el chico porque era muy mono. Le hubiese afeitado la barba chivo que llevaba, pero por lo demás su aspecto era muy agradable. Pero... ¡ups!, he dado un respingón de sorpresa en mi asiento cuando se ha levantado para irse y apenas ha crecido al incorporarse de la silla. Ha salido escopeteado y yo he puesto mi atención en el grupito del fondo de ''mi clase''. Allí estaban, las 'Spice Girls'. Cinco señoras recién llegadas de su viaje del imserso: unas llegadas de Albarracín y otras de Benidorm y poniéndose al día entre grititos y risas estridentes. Pero sobresalía la spice controvertida, Mel B, con una caña, rememorando sus noches en el Pepe's Bar de Benidorm.

Ha entrado una madre con dos chiquillos y las Spice entre risas han comentado lo poco que les quedaba para tener que hacerse cargo de las criaturas del demonio que sus hijos les harían cuidar durante el invierno. Aprovechando la coyuntura, Mel B ha paliado el disgusto pidiendo la segunda caña y yo he aprovechado para largarme justo en el momento en que la madre de los infantes se ha puesto a gritar porque los niños, lejos de hacer ruido, angelitos, caminaban cual caracoles tras la lluvia.

Ahí os quedáis. ¡Vamos Tula!, mañana más.


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